majestuoso, montado en un caballo blanco, que sale a juzgar, llevando su nombre escrito sobre él: ‘Rey de reyes y Señor de señores’ (Apocalipsis 19:11–17). Finalmente, se lo presenta como el Esposo celestial: ‘han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado’. Su esposa es la iglesia glorificada a la cual se ve entonces ‘descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido’ (ver Apocalipsis 19:7–9; 21:2). Casi las últimas palabras del Apocalipsis son: “el
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